Vivimos
en un mundo convulso, ya lo sabemos, lleno de complejidades y de cambios cada
vez más acelerados. Donde estamos continuamente bombardeados de informaciones -verdaderas
o falsas- de toda índole y ámbitos de acción que nutren nuestro diario vivir,
desde el más recóndito rincón, instituciones o personas. Esto es posible gracias
a la tecnología.
Conexión criticidad y creatividad* |
En este punto, también sabemos, que el aprendizaje permea toda nuestra esfera vital, no solo se da en la escuela sino en cualquier contexto donde nos desenvolvemos. ¿Cuál sería entonces el papel de esa escuela? Proveernos de las condiciones necesarias para que podamos seguir aprendiendo efectivamente dentro y fuera de sus fronteras.
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Papel de la escuela en el desarrollo de habilidades críticas y creativas
En
la escuela se enseñan contenidos, sí. No debe dejar de hacerlo, solo cambiar la forma de enseñarlos.
Las
disciplinas y áreas de conocimiento que subyacen en las asignaturas comprenden
teorías con sus aportes, aplicaciones, principios,
hipótesis y recursos metodológicos acordes que le dan viabilidad en un contexto
determinado. Es vital aprender a ser capaces de tratar crítica y creativamente ese
marco teórico, confrontar su génesis y alcance, analizar la actualidad y
perspectivas, así como evaluar su factibilidad.
Por ello,
sin desmedro de esos contenidos y mucho menos de aquellos atemporales, tenemos
que dar prioridad a la capacidad de interpretar lo que viene dado, aprender a
dilucidar sobre sus connotaciones, separar lo verdadero de lo falso, y de
construir nuevas realidades/contenidos.
Los
contenidos se aprenden mejor cuando están contextualizados y han pasado por un
proceso de reconstrucción e internalización en el propio marco de
conocimientos.
Cambiar
la forma de enseñar los contenidos pasa por las estrategias utilizadas, entre
éstas las basadas en las metodologías activas que buscan una participación del
estudiante, la construcción de conocimientos y el trabajo en equipo, combinando lo teórico y lo práctico.
Aplicar
estrategias sin que abarquen con sus objetivos esa capacidad de criticidad y
creatividad al mismo tiempo sería como letra muerta.
Lo
que realmente se necesita es que podamos potenciar competencias que nos ayuden
a reflexionar, a actuar crítica y creativamente ante el aprendizaje de
contenidos y asumir una visión amplia, lógica y transformadora de todo
el proceso. Ser capaces de discernir e innovar.
La
criticidad se desarrolla con la práctica, se demuestra al observar las
situaciones y reflexionar sobre ellas, separando los hechos de las opiniones,
reconociendo lo intangible e interacciones y lo falso de lo verdadero; facilita
la evaluación de problemas de diferentes niveles de complejidad, la toma de
decisiones y el intercambio argumentado de ideas y posiciones.
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Con la creatividad se manifiesta el pensamiento divergente, la imaginación para recrear y encontrar soluciones novedosas pero efectivas. El niño es curioso y creativo por naturaleza, le gusta indagar, explorar e inventar y, en la escuela, lejos de sacarle provecho a esa mirada original, tendemos a empañarla o extinguirla. Cambiemos esta tendencia.
Ambos, criticidad y creatividad, son complementarios. Para esa evaluación de problemas complejos se precisa la conexión de la lógica y la imaginación a la hora de separar lo relevante de lo que no es, para la toma de decisiones y las nuevas soluciones abordadas.
Nada más acertado que la frase de Einstein: Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo.
¿Qué hacer en el aula?
En nuestras prácticas es fundamental incluir actividades que permitan desarrollar la investigación y también estimular la iniciativa, originalidad, sensibilidad e inventiva, entre otras. Actividades tales como: el diseño de proyectos, análisis de diferentes alternativas, desarrollo de tareas
en cooperación y trabajo en equipo, discusión y defensa de las ideas, resolución
de problemáticas reales, la contrastación de teoría con la realidad y también, ejercitaciones
libres.
En todo
ello, es buena práctica introducir preguntas que obliguen al estudiante a
pensar sobre el qué, cómo, por qué, dónde y, si se hiciera esto o aquello qué
pasaría. Son opciones de preguntas que revelan distintos niveles de respuesta
acerca del conocimiento logrado, desde el más básico hasta mostrar la
aplicabilidad y explicaciones de posibles derivaciones.
Cada
una tiene su momento y es parte de una secuencia no lineal, trate de llegar hasta
el nivel donde los estudiantes pongan en juego habilidades de criticidad y
creatividad más complejas, en correspondencia con lo que se aspira aprendan y sus
características, sin establecerles techo.
Es nuestra
labor propiciar la participación activa de los estudiantes en la construcción
de conocimientos y aprendizajes significativos, con miradas críticas y
creativas.
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*Imagen de Gordon Johnson en Pixabay
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