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Formación docente para atender la diversidad


No cabe duda que los tiempos de hoy, cada vez más cambiantes, inciertos y complejos, exigen un docente que haya aprendido a aprender y aprendido a enseñar. Lo afirman todos los autores que tratan este tema.

Como atendemos la diversidad
Una escuela que atiende la diversidad*

Con esta visión, el docente debe estar preparado y actuar de acuerdo a lo previsto y a las circunstancias al interactuar como mediador de los aprendizajes, a fin de afrontar una realidad tan imprevisible, tanto del contexto como la compuesta por las mismas diferencias individuales de los estudiantes para aprender y de sus entornos.


¿Cuál es el campo de acción del docente en el mundo de hoy? ¿Cuáles son los elementos necesarios para redimensionar la acción del docente?


Ante todo, necesitamos un docente con profundo conocimiento del desarrollo de sus estudiantes y de las estrategias de enseñanza, para mediar en el aprendizaje de cada uno de ellos, a través del uso de la observación de las situaciones y la reflexión, con la finalidad de tomar las decisiones pertinentes y oportunas en el proceso, utilizando todas las vías, métodos y medios posibles.

La responsabilidad con nuestros estudiantes implica aprender a observar, a sentir y a actuar ante sus necesidades para despertarles el interés por su propia vida, hacia el desarrollo de sus potencialidades y el conocerse a sí mismos, mediar en su aprender a aprender, a adaptarse, a cambiar, a conducir, a confiar…

implica considerarlos como personas distintas, una realidad integrada de elementos cognitivos, afectivos y axiológicos, e iguales, en el hecho de brindarles todas las oportunidades para su desarrollo. Significa también, que además de aprender a conocer y a hacer es importante que aprendan a ser y a convivir.

Por ello, debemos mantener una comunicación bidireccional entre los saberes de la vida y los que nosotros los docentes promovemos del programa, desarrollando las competencias necesarias, de forma de impulsar la interpretación de su realidad, para transformarla y mejorar la Convivencia.

Entonces, es requisito indispensable que la formación del docente también se realice con la misma perspectiva planteada y se ajuste al marco general expuesto en ¿Es clave el docente para una educación de calidad? Reflexión sobre su formación.

Una combinación entre la actitud de búsqueda continua que permita ver y sentir los retos como un desafío y no como dificultad y, las teorías que permitan orientar y dirigir la enseñanza, de forma que facilite alcanzar su desarrollo con probabilidades de éxito.

A partir de ahí, asumimos que el programa formativo debe integrar cuatro dimensiones, relativas a: El ámbito de un saber genérico, el proceso enseñanza aprendizaje, la naturaleza de los contenidos a enseñar y las prácticas profesionales en el área docente.

Como atendemos la diversidad
Dimensiones de la formación docente

En el ámbito general, aquellos temas que posibiliten su desarrollo como interlocutor, comunicador, investigador y conocedor de su realidad geohistórica, socioeconómica e ideopolítica. Ejemplos: historia, arte, literatura y afines de especial interés para la formación del futuro docente, que convive en un grupo social determinado.

Obviamente, se deben incluir los aspectos relativos al conocimiento del estudiante, del proceso de apropiación del conocimiento y del tipo de ayuda que debe brindársele, de manera que el prospectivo docente se forme para una actuación diversificada, con una planificación de la enseñanza basada en la realidad de su aula.

Estos son los aspectos propios de la docencia en lo pedagógico y didáctico, así como lo filosófico, psicológico y sociológico, en asignaturas comunes y diferenciadas de acuerdo al nivel o al área de conocimiento en la cual se especializará el docente para insertarse en cada nivel concreto.

Una tercera dimensión, son los temas o contenidos propios de la especialidad seleccionada (matemáticas, ciencias naturales...) con contenidos comunes para todas las alternativas y específicas para cada una, lo que podría determinar una línea de investigación, en el entendido que el docente debe ser un investigador en su quehacer.

En lo concerniente a la práctica profesional, la idea principal es que se pueda construir una experiencia crítica y reflexiva de su acción como futuro docente, desde y en la escuela, donde pueda contrastar los saberes adquiridos durante la carrera y seguir reconstruyéndolos para enriquecer su formación, así como generar prácticas alternativas de intervención sobre los procesos educativos.

Estas dimensiones, tratadas en forma general en este post, deben concretarse en el conjunto de lineamientos curriculares que conforman un programa de formación, con asignaturas comunes y obligatorias, optativas por especialidad y electivas en respuesta a las expectativas, necesidades e intereses del futuro docente.

Contenidos diversos entretejidos con ejes transversales fundamentales con la finalidad de interiorizar los valores básicos que posibiliten el logro de las competencias requeridas en el desempeño profesional y social.

En definitiva, un docente ganado para su profesión y formado para afrontar el reto que supone la complejidad e incertidumbre del hecho educativo.


Apostamos por una práctica docente constructiva y proactiva


*Imagen en Pixabay, adaptada

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