Existe una fuerte relación entre las personas y su
entorno, ya lo sabemos, llegando a constituirse entre ellos un campo vital como
expresión individual y expresión subjetiva de la vida social.
Si se parte de este hecho, en el sentido que constituyen
una unidad con funciones interdependientes, es de suponer que las fuerzas que
operan en ese campo realizan una reorganización del mismo, construyendo las
bases de la actuación individual y social. Variable en distintos espacios y
tiempos, somos una unidad en lo social y al mismo tiempo diferentes unos de otros
y, también nosotros mismos si nos comparamos a lo largo de la vida.
Todos son bienvenidos. Todos somos parte de este mundo diverso* |
Por otro lado, la permeabilidad de fronteras en cuanto al
conocimiento y la migración acercan distintas culturas, producto de otras
tantas organizaciones sociales, resaltando una realidad cada vez más compleja,
en tanto se acentúa la diversidad humana y la necesaria inclusión educativa en cada sociedad determinada.
Nos señala Morin que, la educación tiene como reto velar por que la idea de unidad de la
especie humana no borre la de diversidad, y que la de diversidad no borre la de
la unidad.
Como también sabemos, el aprendizaje modela y condiciona nuestra estructura
cognitiva. El proceso de aprender siempre va a ser el mismo: nos enfrentamos a
una realidad y adquirimos una experiencia, ésta nos sitúa en un plano
diferente, capaces de enfrentar esa realidad con otra perspectiva, con la posibilidad
de irnos adaptando y/o modificándola y a nosotros mismos, en un aprendizaje
gradual y progresivo.
En otras palabras, la persona “conoce” a un objeto de
acuerdo a su propia perspectiva, basada en la percepción de ese objeto según
sus presupuestos teóricos y experienciales, conocimiento que será incorporado
cognitiva, afectiva y axiológicamente a su estructura mental, produciéndose el
aprendizaje.
Lo anterior hace suponer que, a todo individuo y en todo
momento de su desarrollo le deben corresponder diferentes situaciones de
aprendizaje, porque van a girar en torno a él distintas motivaciones,
intereses, fines y preparación, que lo van a guiar hacia un aprendizaje
significativo, que a su vez le servirá de base para otros y así sucesivamente a
lo largo de toda su vida, por el carácter permanente y natural en cada sujeto.
Visto así, el aprendizaje es un proceso relativista, porque desarrollamos
nuevos esquemas que nos llevan a modificar continuamente nuestro campo vital.
Es fundamental para las personas involucradas en el ámbito educativo conocer
tanto a la persona como a su campo vital, para comprender mejor su proceso de
aprendizaje, con el consiguiente logro de los fines y objetivos propuestos.
Entonces, existen diferencias individuales para aprender,
que se originan por una diversidad entre los sujetos, en torno a las
capacidades, nivel de desarrollo cognitivo, intereses, motivaciones, dedicación,
entre otros.
También existe una diversidad en la enseñanza
(propósitos, contenidos, métodos, organización, evaluación), como fuente de
riqueza para el aprendizaje, que debe ser ajustada a cada sujeto, en un lógico
equilibrio entre las necesidades colectivas y particulares.
De allí se deduce, que el aprendizaje y la enseñanza son
parte de un proceso interactivo; lo que la persona aprenda va a depender de
ella misma y del ajuste de esa enseñanza con calidad a sus características y
del contexto, en una programación que obviamente debe ser flexible.
Ajuste gradual de la enseñanza** |
Así, la enseñanza será gradual, asegurando la igualdad de
oportunidades a través de contenidos que todo estudiante precisa aprender, a
partir de lo que sabe, pero a la vez lo suficientemente amplia, abierta y
flexible para concretar las intenciones educativas ajustadas a las necesidades
particulares y especificas de ese estudiante. Una estrategia de planificación y
de actuación docente que permita atender la diversidad desde la enseñanza.
Esto se circunscribe a la concepción de la enseñanza como
proceso interactivo, como ya he señalado, por lo que a la hora de aplicarla
debemos tomar en cuenta tanto las características del estudiante como del
objeto de conocimiento y las condiciones en que se da la interacción entre
ambos, para permitir el avance y el ajuste permanente de la enseñanza aprendizaje.
Todo lo anterior implica, que existe un continuo de
significatividad del proceso para que podamos aprender, sin importar características
o más bien, tomándolas en cuenta para planificar un ambiente de aprendizaje
constructivo que se adapte a todos.
* Foto de Katie
Moum en Unsplash
** Imagen en
Pixabay adaptada
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