Cada
vez más advertimos en nuestro entorno -en lecturas, normativas, conversaciones,
en los centros escolares-, la mención y uso del concepto competencias. Muchas
veces a favor, algunas en contra. ¿Se trata de una moda? ¿Un cambio de
paradigma? ¿Es necesario?.
Normalmente
aparece acompañado por sustantivos o adjetivos que las sitúan en áreas
concretas y con alcances distintos, entre otras, por ejemplo, competencias laborales, profesionales, específicas, genéricas, generales, blandas, comunicativas, cognitivas, metacognitivas
y ciudadanas.
Desarrollo de habilidades y capacidad de aplicarlas* |
Además,
encontramos las competencias relacionadas con habilidades, capacidades,
objetivos e incluso con contenidos. ¿De qué se trata? Veamos…
¿Qué son las competencias?
En
la certeza de la necesidad de formarnos para que vayamos a la par con la
realidad compleja y cambiante en la cual vivimos, los referentes teóricos
indican la necesaria transformación educativa, dirigida a capacitarnos con esta
visión, con las herramientas que nos permita afrontar lo que acontece en nuestro
entorno de forma proactiva y constructiva y seguir aprendiendo a lo ancho y
largo de la vida.
¡Hay que cambiar!
No
podemos llegar a otro lado o conseguir resultados distintos si siempre vamos por
el mismo camino o hacemos lo mismo.
Por
ello, en el sistema educativo de muchos países se ha asociado el currículo a
las competencias; bajo un modelo pedagógico que se estructure alrededor de aquellas
a lograr por los estudiantes, a lo largo de su formación académica, con aprendizajes
progresivos y por niveles de desarrollo. Por tanto, la evaluación debe
considerar las adquisiciones competenciales en su contexto, desde los
resultados visibles mediante criterios y estándares de aprendizaje.
Implica
que las asignaturas y contenidos se administran en torno a resultados de
aprendizaje, lo que queremos aprendan los estudiantes, los cuales subyacen o se
reflejan en las competencias que deben lograr, a fin de favorecer la proactividad
y ser efectivos en su vida personal, social y profesional, en la medida que se adaptan
y anticipan a los cambios y complejidades de la realidad circundante.
Nos
referimos a aquellos conocimientos, habilidades, actitudes y valores relacionados
con el quehacer de los diferentes escenarios en los cuales nos desempeñamos, en
función a las dimensiones del conocer, hacer, ser y convivir, los cuatro
pilares propuestos por la UNESCO. Cada uno tendrá su adecuación con dichos
escenarios, en correspondencia con las coordenadas tiempo y espacio.
Las competencias no son
observables en sí mismas sino en su expresión vivencial en los diferentes
escenarios de participación, complejos y reales. La forma de participar y la actividad misma darán
cuenta de la competencia alcanzada.
El
conocer se vincula con llegar a comprender; para hacer es requisito contar con
instrumentos que posibiliten crear y actuar sobre el propio entorno, ello representa
la habilidad que el individuo tiene para ese hacer; el ser se compone de una
serie de características que faciliten las anteriores -conocer y hacer-; y para
convivir se precisa la conjunción de los otros tres, en función de actuar con responsabilidad y equidad ante los miembros de un grupo y ambiente determinado.
De
allí que habrá competencias concretas acordes con áreas de conocimiento para el
mejor desempeño de la profesión o el campo laboral específico y otras globales
o genéricas o transversales,
independientemente del espacio de actuación de las personas, relativas, por
ejemplo, al uso de la información y las tecnologías, comunicarse, pensamiento
crítico, tomar decisiones y ser resolutivos en la gestión de los problemas.
En
tal sentido, el Parlamento Europeo[i]
indica que las personas demandarán una amplia gama de competencias para
adaptarse de modo flexible a un mundo que está cambiando con rapidez y muestra
múltiples interconexiones, y, para su realización y desarrollo
personales, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo.
Son
las competencias clave para la formación permanente: 1. Comunicación en la
lengua materna; 2. Comunicación en lenguas extranjeras; 3. Competencia
matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología; 4. Competencia
digital; 5. Aprender a aprender; 6. Competencias sociales y cívicas; 7. Sentido
de la iniciativa y espíritu de empresa, y 8. Conciencia y expresión culturales.
Relación entre distintas propuestas de competencias básicas** |
La
educación permanente es una de las nociones claves que inspiran los procesos de
transformación educativa del siglo XXI. Por ello hay que aprender a saber, a hacer,
a ser y a convivir, para ser capaces de aplicar nuestros recursos adecuada y oportunamente
en las diversas circunstancias y adaptarnos a los requerimientos de cada
contexto en continuo cambio.
En
definitiva, debemos aprender a aprender, lo que es lo mismo decir, aprender a
autogestionar nuestro aprendizaje.
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