En una ponencia, reflexionando sobre la idea del rol del
docente con respecto a las dificultades para el aprendizaje, entre otras
consideraciones e interrogantes, debí precisar antes, qué son estas
dificultades y cuál es su campo de acción. Visión sobre el concepto que retomo
en este escrito, la cual no es distante a las posiciones teóricas actuales.
Comienzo con una cita textual de un material de la Junta
de Andalucía, España[i],
que desvela una realidad largamente discutida a través de los años:
 |
| Qué son las dificultades para el aprendizaje* |
Las Dificultades en el Aprendizaje se refieren a un
grupo de trastornos que frecuentemente suelen confundirse entre sí. Las razones
fundamentales de tal confusión son: la falta de una definición clara, los
solapamientos existentes entre los diferentes trastornos que integran las
Dificultades en el Aprendizaje, sobre todo cuando median aspectos de privación
educativa y social, y, en tercer lugar, la heterogeneidad de la población
escolar a la que se refieren.
¿Qué son las Dificultades de Aprendizaje?
Lo primero es la expresión usada en el título dificultades
de aprendizaje, la más encontrada en las referencias consultadas, un
elemento no menor, que he cambiado por dificultades para el aprendizaje.
Este cambio representa sacar del contexto interno individual a las dificultades
y colocarlas en un ámbito más amplio. Veamos.
Es una cuestión ya discutida y aceptada que, la
construcción del conocimiento no se explica sólo por los factores innatos de la
persona o por su interacción con el medio, sino a través de un sujeto
intelectual, afectiva y axiológicamente activo ante un objeto; por lo tanto, la
especificidad o concreción del aprendizaje la van a dar las naturalezas de ese
sujeto y objeto en una relación interactiva.
De allí se deduce, que el aprendizaje es parte de un
proceso interactivo y por ende, la enseñanza; lo que la persona aprenda va a
depender de ella misma y del ajuste de esa enseñanza a su naturaleza. Si esto
es así, las dificultades para el aprendizaje (DA) vendrían siendo la detección
o la interferencia en el aprendizaje cuando lo anterior no se cumple[ii].
Es también una dificultad interactiva, puede estar en el alumno y en la enseñanza que se le está brindando, generando diversos grados de dificultad, desde la que puede corregirse, la gran mayoría, hasta las más difíciles, sino imposibles.
Por lo tanto, las dificultades para el aprendizaje representan un continuo en el
abordaje constructivo, donde en un extremo están aquellas que pueden ser consideradas
normales en el sujeto en situación de aprendizaje y en el otro, las que han
comprometido seriamente ese proceso constructivo del conocimiento y necesitan
obviamente, medidas especiales para superarlas o minimizarlas.
Destaco en este sentido, que las DA pueden darse en los
estudiantes que se inician en la escolaridad, los que están más avanzados o en
aquellos que requieren una atención educativa especial por presentar
deficiencias sensoriales, motrices o intelectuales o la presencia de
trastornos, como déficit de atención.
En la misma referencia leemos Las Dificultades en el
Aprendizaje pueden ocurrir conjuntamente con otros trastornos (por ejemplo deficiencia
sensorial, discapacidad intelectual, trastornos emocionales graves) o con
influencias extrínsecas (por ejemplo deprivación social y cultural), aunque no son
resultado de estas condiciones o influencias.
La variabilidad de estas DA y sus posibles causas las
circunscriben muchos autores en dos ámbitos, dificultades de aprendizaje
específicas, que sitúa el acento en la persona y, necesidades educativas
especiales, con un enfoque más general. Ello
da cuenta de la confusión que puede generarse en este campo.
Si las DA son un desajuste entre las capacidades del aprendiz y la enseñanza que se le oferta, este desajuste pasa a constituir un abanico, desde los alumnos con alguna dificultad, cuyo docente puede dar respuestas a través de actividades y estrategias generales que refuercen su aprendizaje, hasta los que verdaderamente necesitan, además, esas medidas especiales y deben contar con la ayuda del conjunto de profesionales que apoyan la práctica educativa.
Implica entonces, en ambos casos, que debe existir un
continuo de significatividad de la programación instruccional según el grado de
dificultad que pueda tener un estudiante para aprender. Un abanico de
posibilidades en respuesta al abanico estudiantil, que estará determinado, por
la planificación del docente, adaptada a la realidad del estudiante en el marco
del programa que le da origen, y el avance de ese estudiante.
El docente necesita estar preparado tanto, para mediar en
el aprendizaje de los saberes y procedimientos que permitan el desenvolvimiento
social de cualquier estudiante, utilizando todas las vías, métodos y medios
posibles que requiera, en atención a sus características y necesidades; como,
para detectar esa interferencia o las posibilidades que se produzca, a fin de
actuar en consonancia con cada situación.
Por ello, en la perspectiva que aquí se maneja, los
docentes deben estar formados para la diversidad pedagógica, distintas maneras
de aprender de los alumnos a su cargo de manera de proveer diversos enfoques de
la enseñanza para atenderlos en el mismo tiempo escolar.
[i]
https://www.uma.es/media/files/LIBRO_I.pdf
[ii] Salazar-Coraspe
(2000). Orientaciones curriculares para la formación del docente especialista
en dificultades para el aprendizaje. Ponencia
* Imagen de
Gordon Johnson en Pixabay
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