Para
ninguno es una sorpresa que el foco de la dinámica formativa ha pasado de ser
el docente al estudiante. Éste no es un receptor vacío que se va llenando con
lo que aquél le trasmite. Ahora el proceso es distinto.
La autogestión del aprendizaje en espacios de interacción centrados en el estudiante
Ese
espacio de interacción, donde se da la enseñanza aprendizaje, es un marco donde
el docente actúa como administrador y facilitador de experiencias de
aprendizaje para que el estudiante aprenda y logre los objetivos formulados.
En
esa acción también debe incidirse para que el estudiante aprenda a ser gestor
de su aprendizaje o lo que es lo mismo decir, aprenda a aprender.
Dinámica formativa para la autogestión del aprendizaje*
¿Cuál
es tu experiencia? Reflexiona sobre ello mientras lees este contenido.
El estudiante
no solo debe ser el centro del proceso, sino que también, debe manejar sus
recursos para dar respuestas efectivas en las diferentes actividades donde
participe, incluyendo el monitoreo y regulación de su participación.
Este
monitoreo y regulación sobre los mecanismos motivacionales y cognitivos es la
metacognición.
El
mecanismo cognitivo implica percibir y procesar una determinada información.
Nos permite conocer, razonar y comprender la realidad, para ello utilizamos
diferentes operaciones mentales, tales como: observación, análisis, interpretación,
síntesis, evaluación, criticidad.
Comprensión que se revela mediante la misma relación que existe entre el
pensamiento y el lenguaje, con el fin de sistematizar, argumentar y generalizar
lo aprendido.
El
motivacional es un mecanismo interno del
estudiante, necesario en todo aprendizaje, que lo impulsa a la realización de una tarea,
iniciarla y culminarla con éxito, como un desafío acertado y de acuerdo a
expectativas de éxito.
Todo
el conjunto -motivación, cognición y metacognición- activado intencionalmente
por el estudiante a fin de dar respuesta a lo demandado por las tareas, refleja
la acción estratégica que éste ejecuta para gestionar su aprendizaje.
Una toma
de conciencia de la tarea y los propios recursos para afrontarla, así como el
desarrollo de mayor independencia.
Esta
gestión es extrapolable a todas las situaciones de aprendizaje, mucho más,
entendiendo que la velocidad del cambio de contenidos aprendidos y los nuevos
retos que surgen en los diferentes escenarios de desempeño requieren una
solución responsable, adecuada y oportuna.
Por
ello, también es fundamental aprender aquellas estrategias que nos guíen en el
aprendizaje voluntario, comenzando por conectar con la situación u objeto de
aprendizaje. Las estrategias que no deben faltar deben ser las de tipo
motivacional, cognitivas y metacognitivas, dado que siguen una lógica
estratégica para la gestión del aprendizaje.
¿Por
qué digo lo anterior?
Porque
la autogestión del aprendizaje conlleva la (auto)motivación, la
(auto)orientación y la (auto)regulación. Implica tener conocimiento y
conciencia de cómo aprendemos, cuáles elementos hacen posible el aprendizaje y
cómo regular todo el proceso para que suceda, inherente al aprendiz, a la tarea
y a las estrategias que deben ponerse en valor.
Lee ¿Cuál es la vinculación entre las estrategias y la dinámica formativa?
Como
he dicho en otras publicaciones, cuando el estudiante logra autogestionar su
aprendizaje es capaz de identificar lo que se pide, lo que se demanda de él y
lo que requiere en general para dar respuesta.
Momentos lógicos en una actividad de aprendizaje**
Por
ello, la conciencia de todo lo que incluye ese proceso, la motivación, la
capacidad para afrontarlo, las operaciones mentales necesarias y el uso
deliberado (cómo, cuándo y por qué) de estrategias acordes son fundamentales
para una actuación efectiva, que derive en el cumplimiento de la meta u
objetivo propuesto. Sin olvidar, el monitoreo constante para seguir, encauzar o
cambiar esa actuación.
Enseñanza de las estrategias.
He
aquí la nueva función del docente, no solo enseñar contenidos sino enseñar para
que el estudiante aprenda estratégicamente; a reflexionar sobre lo qué está
haciendo y sus procesos activados, lo que le resulta o no, sobre cómo aprende;
en definitiva, aprenda a aprender.
El
docente debe partir del aprendizaje requerido y de las características,
necesidades, estilos de sus estudiantes. ¿Para qué? Para que la enseñanza sea
ajustada y contextualizada, desde un nivel mediato concreto a progresivamente
ir alcanzando niveles más avanzados y complejos. Aplica tanto para contenidos
como para estrategias.
En
el caso de éstas, comenzar por explicitar lo que se usa en una actividad -cómo,
dónde y por qué se usan- (proceso de captación); dar la oportunidad a los
estudiantes de practicar y reflexionar sobre esta práctica, en diferentes
contextos (proceso de concientización); hasta que puedan usar libremente las
estrategias más acordes a cada situación (proceso de consolidación).
Explicar
claramente el uso de las estrategias, lo que se espera en cada momento del
estudiante, permitir el debate sobre su funcionalidad y los aportes
individuales o colectivos que puedan derivarse de la experiencia estudiantil. Propiciar
de esta manera, que el estudiante pase de una menor a una mayor independencia
autogestionaria.
Lee Enseñary aprender estrategias con estrategias
En
conclusión, debemos plantear situaciones de aprendizaje que susciten la acción
y la reflexión sobre los contenidos y estrategias que deben aprenderse y sobre
los procesos motivacionales, cognitivos y metacognitivos que se activan ante
los retos que supone cada aprendizaje.
Con
ello se ganan competencias específicas del área de conocimiento y del tipo
genéricas o transversales. ¿Qué opinas?
*Imagen adaptada de athree23 en Pixabay
** Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
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