En
el ámbito educativo se viene hablando cada vez más sobre neuroeducación y neuroplasticidad.
La primera es un enfoque que orienta el
trabajo de aula, con respecto a la enseñanza aprendizaje, basado en el
funcionamiento del cerebro. El cual posee una propiedad, la plasticidad, que
facilita su adaptación a distintas experiencias.
Lee NEUROEDUCACIÓN
EN EL AULA: DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
¿En este contexto, qué es la plasticidad cerebral y el pensamiento elástico?
Siempre
hemos conocido el valor del cerebro para nuestra existencia y su papel en el
aprendizaje, lo que ha cambiado es justamente el enfoque. De modo que,
la información y su aplicabilidad en las aulas es entendible para todos.
Así,
entendemos también, el porqué de los cambios suscitados en la pedagogía y el
proceso enseñanza aprendizaje. Ideas indicativas sobre:
- No hay patrones ni formas únicas de enseñar y aprender, ni techos para el aprendizaje por la plasticidad cerebral
- Cada aprendiz es diferente uno de otro. Aprenden según sus particularidades y debemos enseñarle como ellos aprenden, de forma personalizada
- La práctica continua va transformando nuestro cerebro, creando y fortaleciendo conexiones neuronales, en un proceso de aprendizaje permanente.
¿Qué
piensas sobre este tema?
Ese
conocimiento sobre la plasticidad cerebral abre un caudal de posibilidades en
nuestra práctica, para acompañar a los estudiantes en su desarrollo, crear
múltiples vías de experiencias y aprendizajes, a fin de favorecer el
fortalecimiento de sus cerebros, que no dejan de cambiar, y con esto, la mejora
continua de dichos estudiantes.
¿Por
qué la plasticidad cerebral nos abre caminos? Porque nos posibilita el aprender
cosas nuevas, cambiar hábitos, remplazar los conocimientos en desuso por otros,
reinventarnos, adaptar lo que sabemos a los retos del entorno; en definitiva, por
mi experiencia, aprender y desaprender para reaprender.
El
cerebro con su plasticidad tiene la capacidad de flexibilidad y adaptabilidad
para el aprendizaje permanente, en cuanto a la posibilidad de optimizar
competencias que la persona ya tiene o, incorporar otras diferentes, en
respuesta a nuevos requerimientos debido a cambios en el entorno. Es lo
conocido como upskilling y reskilling, respectivamente.
Somos
producto de las transformaciones de nuestro contexto, por lo que es ineludible
estar preparados para adaptarnos. Al mismo tiempo, el pensamiento elástico debe
hacer su aparición cuando el contexto cambia.
¿A qué nos referimos con pensamiento elástico?
Los
autores refieren que existen diferentes maneras de pensar. Hablan del
pensamiento crítico, creativo, reflexivo, analítico, entre otros, que nos hacen
desempeñar de una u otra forma en diversas situaciones. También está la
tendencia que el pensar debe llevarnos a romper la horma, lo establecido y
aprendido, para atender esos retos, incluyen el pensamiento lateral,
divergente, el basado en paradojas.
Es
lo que he dicho en otros posts, hay que pensar en el qué hacemos, dónde,
cuándo, por y para qué, pero también en, ¿y si hiciera esto o aquello? Eso nos
lleva a considerar otras opciones, pensar de un modo distinto al habitual en la
búsqueda de alternativas a una situación, para darnos vías y resultados que
pueden ser insospechados, pero no menos válidos.
Nuestra
creatividad es fundamental en este proceso; no obstante, en mi opinión, un
equilibrio entre ésta y el análisis no es desdeñable. No se trata de ir a los
extremos, sino de dar rienda suelta al pensamiento creativo, lateral,
divergente y luego pueda pasar por el tamiz del pensamiento analítico, crítico
y convergente o viceversa. Ejemplo de esto es la técnica del torbellino de
ideas.
En
este contexto, el pensamiento elástico hace referencia al uso de una lógica que
va más allá de la linealidad, para abrir la imaginación, probar diversas
alternativas e ideas en la toma de decisiones, salirse de lo establecido, mirar
fuera de la zona de confort, saltar barreras, estudiar posiciones contrarias y
encontrar encajes fuera de las limitaciones; en definitiva, ser proactivos, reajustando
nuestro pensar a las circunstancias.
En
un post, comentaba sobre la curiosidad y creatividad innata en la infancia, esa
capacidad que tenemos de indagar, experimentar, fallar y volver a intentarlo,
pero, que en la escuela tienden a coartar al hacernos comportar de manera lineal
e iguales todos.
No
obstante, la escuela es el espacio idóneo para lograr habilidades y
competencias que nos ayuden a procesar y aplicar las informaciones
autónomamente. Para desarrollar un pensamiento elástico con base a esa
capacidad de plasticidad cerebral.
Mi
sugerencia es crear primero una estructura mental, con los recursos necesarios
que nos permita la flexibilidad suficiente para adaptarnos a cualquier
requerimiento. Enseñar explícitamente estrategias, conjuntamente con los
contenidos, para comprender su utilidad y aprender cuándo, dónde y por qué
usarlas, además, de cómo ejecutarlas y autorregularlas frente a cualquier
tarea.
En
esa adaptación, demostraríamos la habilidad de usar el pensamiento elástico.
Dos ejemplos, en las series policiacas vemos que colocan fotos, palabras y
otros elementos en una superficie para visualizar el panorama completo,
encontrar relaciones y el móvil, es una práctica de atención, de ideas convergentes
y divergentes, la mayoría de las veces, pequeños detalles son los que dan la
pista.
El
otro ejemplo, son las empresas tecnológicas, crean un ambiente de trabajo
relajado para sus empleados, que son competentes en su área, para que fluya la
creatividad, saltear lo muy evidente y generar ideas, que no siempre son
compatibles, pero si pueden ser las mejores y novedosas. Se basan en dejar
fluir el pensamiento creativo en situaciones diferentes a un trabajo
convencional.
En todo
aprendizaje, como ya sabemos, los errores son importantes, si se sabe hacer
buen uso de ellos. Constituyen elementos de contrastación y crecimiento. ¿Qué
se ha hecho mal o qué faltó o qué cambió? ¿Cuáles son esas ideas que me
mantienen atado y me quitan perspectivas? ¿Qué puedo hacer ahora?
No
hay que temer al fracaso, antes más bien, hay que temer a no aprovechar esas
situaciones erróneas, apalancarnos en ellas y retomar el camino. No centrarnos
en la limitación sino en la solución de las cosas. Es otra de las
características del pensamiento elástico.
Si
desarrollamos las habilidades comentadas no hay razón para que desaparezcan con
la vejez, el cerebro conserva su plasticidad y la persona ha adquirido madurez,
solo necesita motivación para seguir activa, experimentando y aprendiendo cosas
nuevas.
Cuanto
más se use una conexión cerebral, más posibilidades para que permanezca y se
desarrolle; lo contrario también afecta, cuando ésta cae en desuso se debilita,
elimina o cambia por otras.
En
conclusión, un pensador elástico ha adquirido la habilidad de dejar fluir todo
aquello que le permita participar en una actividad, con la conciencia sobre lo
qué debe hacer, atendiendo al acontecer de la experiencia y al mismo tiempo, no
perder de vista otros alcances y si es necesario cambiar el rumbo; disfrutar de
cada momento donde sea creativo, crítico, imaginativo, analítico, reflexivo o
novedoso, con el fin de dar una respuesta, no necesariamente la esperada, pero
si la correcta.
En
ese ejercicio, el cerebro acompaña y se va desarrollando en la medida de la
experiencia. Como docentes debemos brindar oportunidades a nuestros
estudiantes, con tareas de motivación, atención, concentración, autocontrol, argumentación,
paradójicas, expresión de visiones propias, búsqueda de diversas iniciativas,
resolución de problemas con opciones no conocidas y aplicar conocimientos en
nuevas situaciones, con la finalidad, que el cerebro y el pensamiento se vayan
alimentando mutuamente.
*Imagen de Jenisse Castro
**Vídeo de Carlos Gitlin
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