Acompáñame en este recorrido, dame tu opinión y sigamos juntos...

Para tu comodidad, desde junio 2021 están publicadas en éste las entradas de mis otros blogs.


Amazon.es

Amazon.com

_______________________________________________________________

Claves sobre dinámica formativa y la formación del docente. Un enfoque

 

Pensar en educación es pensar en su objetivo, el para qué educar y en la persona que queremos formar. Cómo ser mejores y propiciar el bien común.

¿Qué somos y qué queremos? ¿Qué sociedad tenemos y a cuál aspiramos? 

Preguntas que interpelan nuestro papel en el estado de bienestar y la búsqueda de la felicidad, por lo que deben guiar la formación basada en valores. Pensar en la integralidad del ser humano y su desarrollo como individuo e integrante de una comunidad social determinada que comparte una cultura.

Recordemos que, como partícipes de una sociedad somos esencia de ésta y corresponsables de su existencia; interactuamos y forjamos una construcción personal y social.


Relación dialéctica personas sociedad
Relación dialéctica personas-sociedad*


Entonces, debemos pensar en una formación que brinde, a la ciudadanía, oportunidades de acceso a su cultura y la encamine hacia nuevos horizontes; lo cual implica desarrollo de competencias para la convivencia, el trabajo y, dar respuestas a los grandes retos de la sociedad actual.

Supone dotarla de las herramientas y prácticas necesarias que les permita anticipar, generar y afrontar esos retos. Todo ello en el encaje de una sociedad democrática con derechos y deberes inalienables, que amparan y rigen la participación, demandas y diversos comportamientos, con criterios de equidad, justicia social y la visión del bien común por encima del individual.

En otras palabras, en una convivencia libre, solidaria y accesible donde todos tengamos igualdad de oportunidades, con las condiciones, disposiciones y recursos necesarios para lo que necesite cada uno y se pueda elegir lo que considere más justo y adecuado para sí mismo.

Condiciones que habiliten un pensamiento proactivo transformador de sí mismo y del contexto cultural, en una relación dialéctica donde cada uno se nutre del otro y del resultado construido, en la búsqueda de esa sociedad más igualitaria, equitativa, justa y responsable.

La formación y el aprendizaje deben pensarse con base a esta visión de la persona y del mundo. Son procesos que no solo facilitan el dominio de un contenido, sino que buscan la obtención de aspectos trascendentales en nuestra personalidad, para dar un salto cualitativo desarrollador y, trascender.

Por lo tanto, la escuela no puede seguir como desconectada de su entorno como si fueran dos mundos diferentes. Educar para la democracia implica conectarla con sus valores, transversalmente, a partir de los principios y fines de la sociedad, en la gestión de los centros educativos, del currículo y el hacer en el aula.

Se requiere, por tanto, de un modelo educativo que prevea la diversidad humana y como tal, la inclusión natural de todas las personas en los procesos formativos, en, por y para ese desarrollo común, personal y social.


Procesos formativos en diversidad
Procesos formativos en diversidad**


En tal sentido, visualizo, esencialmente, dos líneas de acción; una dinámica formativa amplia y transversal que asuma una perspectiva inclusiva y desarrolladora del ser humano y, la formación del docente que debe aprender a aprender y a enseñar en las mismas circunstancias transformadoras.


Dinámica formativa.

En líneas generales, la interacción entre la persona que conoce y la situación conocida, en determinadas coordenadas tiempo espacio, explica cómo se produce el conocimiento. Dado que, solo podemos conocer nuestra realidad y transformarla a partir de la interacción con ésta.

Ello implica, administrar estrategias didácticas que vayan en esa dirección para el desarrollo de competencias genéricas y especificas en el conocer, el hacer y el ser, que delineen una conducta constructiva y contextualizada en tiempo y espacio.

Una dinámica constructiva que, partiendo de los conocimientos previos y la propia actividad de los estudiantes enlace las diversas realidades y motivaciones y, las relacione transversalmente con la ciencia desde una perspectiva globalizadora.

Son tres saberes (conocer, hacer y ser) que conforman un desarrollo integral para hacernos competentes en nuestros ámbitos de desempeño y, por consiguiente, saber convivir. Porque no se trata de solo aprender contenidos y construir conocimientos, sino también para saber aplicarlos y aprender a aprender, con el fin de atender las necesidades propias y de nuestro contexto. Debe ser el propósito de la enseñanza.

Conlleva una serie de procesos básicos, aprendidos en la escuela y aplicados a lo largo y ancho de nuestra vida:

  • ü  Motivación del aprendiz para avanzar en su aprendizaje, desde el primer contacto para interactuar con el contenido, hasta transformarlo en su estructura cognitiva.
  • ü  Sistematizar el contenido dado para su reconstrucción y argumentar a fin de dar validez al conocimiento construido.
  • ü Aplicarlo a través de la práctica continua en otros escenarios de su ámbito personal, profesional y social.


Formación del docente.

Es requisito indispensable que la formación del docente también se realice con la misma perspectiva planteada y se ajuste al marco general expuesto. Son las universidades las que deben liderar esta posición.

Desarrolle, además, una actitud abierta para seguir construyendo conocimientos una vez egresado, aprenda a asumir su propia formación, con la finalidad de aprender permanentemente y estar actualizado a la par de los cambios que se van suscitando en su contexto.

Ante todo, se necesita un docente con profundo conocimiento del desarrollo de sus estudiantes y de las estrategias de enseñanza, para tomar las decisiones pertinentes y oportunas en el proceso, utilizando todas las vías, métodos y medios posibles, así como mediar en su aprender a aprender.

Implica para el futuro docente, aprender a aprender, a enseñar y enseñar a aprender. Un aprendizaje que deberá reflejar en el aula y compartir con los pares, para juntos afrontar el reto que supone la complejidad e incertidumbre de la realidad. Ello enriquecerá la práctica individual y colectiva.

Ello involucra otra forma de estudiar la teoría, bajo una nueva mirada crítica, donde se evalúe lo que se ha hecho, su contextualización y viabilidad; en el marco de relaciones entre las mismas asignaturas y disciplinas representativas.

Una combinación entre lo teórico y lo práctico que habitúe al prospectivo docente a pensar, reflexionar e interpretar los problemas que inciden en el hecho educativo tomando en consideración sus dimensiones espacio-tiempo e implicaciones futuras, a fin de proponer y validar acciones factibles. Un modo de proceder que debe autorregularse.

En este orden, el programa formativo debería integrar cuatro dimensiones, relativas a: 1- El ámbito de un saber genérico, 2- El proceso enseñanza aprendizaje, 3- La naturaleza de los contenidos a enseñar y 4- Las prácticas profesionales en el área docente. Sin descuidar el hacer investigativo, el desarrollo del pensamiento y la comunicación en forma transversal.

En lo concerniente a la práctica profesional, la idea principal es que se pueda construir una experiencia crítica y reflexiva de su acción como futuro docente, desde y en la escuela, donde pueda contrastar los saberes adquiridos durante la carrera y seguir reconstruyéndolos para enriquecer su formación, así como generar prácticas alternativas de intervención sobre los procesos educativos.


En definitiva, el mundo en el que hoy vivimos, cambiante, complejo e incierto, requiere de personas integralmente desarrolladas, empoderadas, con los saberes suficientes para afrontarlo y la capacidad de actualizarse permanentemente de acuerdo a las exigencias y problemáticas que se vayan generando.


*Adaptación de imagen en Pixabay
** Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay

No hay comentarios:

Publicar un comentario