En
un mundo cambiante y lleno de incertidumbre, desarrollar el pensamiento
elástico es clave para ser capaces de adaptarnos e innovar en la resolución de
problemas desde nuevas perspectivas.
Por
ello, en esta entrada, exploramos cómo la neurociencia y la educación convergen
para fortalecer esta capacidad mental tan necesaria hoy día, a través de
estrategias y actividades prácticas concretas, que posibilitan potenciarlo en
el aula.
¿Qué es el pensamiento elástico?
El
pensamiento elástico es la capacidad que tenemos para adaptar nuestras ideas y
estrategias frente a situaciones nuevas o inesperadas. Un tipo de pensamiento
flexible que permite cuestionar supuestos, replantear ideas y cambiar de
perspectiva con agilidad cognitiva.
Lee La
plasticidad del cerebro y el pensamiento elástico ¿Ahora qué?
Ello
implica, creatividad, apertura al cambio y flexibilidad mental, superando
estructuras rígidas de pensamiento. Según la neurociencia, se activa en áreas
cerebrales relacionadas con la introspección, imaginación, creatividad e
innovación.
De
acuerdo al neurocientífico Leonard Mlodinow, autor del libro Elastic:
Flexible Thinking in a Time of Change, este tipo de pensamiento activa
redes cerebrales diferentes a las del pensamiento lógico racional, como la red
por defecto, para la generación de ideas nuevas innovadoras.
Una
enseñanza que estimula el pensamiento en todas sus formas es aquella que valora
la pregunta, celebra la diversidad de ideas, permite el error y desafía al
estudiante a ir más allá de lo evidente.
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